“Hijos de mi corazón: Yo os bendigo a vosotros en nombre de Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo… Yo soy la Inmaculada Concepción y siempre Virgen María, la Madre de la Divina Gracia, la madre de Jesús y vuestra Madre…
Os saludo, mis hijos, en este día 13… En este día de gracia, mi corazón se regocija al ver a todos mis hijos unidos haciendo las cuentas del santo rosario, más mis pequeños, cuántos rosarios más debéis rezar para alcanzar la paz y la salvación de tantas almas, y de vuestras almas…
Mis hijos: Mi corazón de madre os llama urgentemente a la conversión, a llevar una vida en Cristo, por Cristo y con Cristo…
Mis hijos: En este tiempo de confusión, donde muchas almas corren presurosas a buscar la gracia, mientras muchas otras se pierden en el abismo del pecado, yo, como madre, os quiero pedir hijos, que os dejéis conducir a lugar seguro, allí donde está vuestro faro, a través de los sacramentos…
Mis hijos: Este tiempo que vivís en la humanidad os confunde a muchos, pero si permanecéis en la gracia de Dios, veréis todo más claro… ¡Rezad hijos! ¡Rezad! Rezad mucho… pero, sobretodo, sed servidores de vuestro amado Señor… Para ello debéis ser servidores de todos vuestros hermanos, trayéndoles a la luz, a la conversión, a través de vuestro ejemplo, de vuestra generosa ayuda, de vuestro abrazo…
Hijos: Yo deseo seáis niños buenos… Haced lo que os pido hijos… Buscad la gracia… Defended la verdad con vuestros actos, con vuestros corazones dispuestos hacia la coherencia, siendo testimonio de fe, pero sobretodo de esperanza… ¿Queréis ir al cielo hijos? Haced lo que os dice esta Madre…
A mis hijos, mis almas consagradas: Vuestra Madre está con vosotros… Os acompaño como en aquel primer cenáculo, cuando mi Hijo ya resucitaría: “Estoy con vosotros siempre, no os dejo solos” … ¡Adelante!… ¡Tenéis la fuerza de Dios!… ¡No os dejéis seducir por aquel que quiere que vuestras almas se pierdan!… Cuidad de vuestras vidas hijos, cuidando la de los demás… Os amo mis amores… Os llevo de la mano… No os dejo solos…
Mis enfermos: He recogido todas vuestras peticiones y las he llevado a los pies de la Cruz de mi Hijo, donde vuestro dolor se funde en el de Cristo mismo… ¡Ofrecedlo todo!… Amad hasta el mínimo dolor…
Mis hijos: No os dejéis confundir… ¡Trabajad por las almas!… Trabajad por vuestras almas, dejándoos guiar….
Adiós mis hijos… ¡Perseverad!… ¡Rezad!… Recitad el Santo Rosario y sosiego, paz y la salvación encontraréis… Os bendigo en nombre de Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo… Yo soy la Madre de la Divina Gracia… Decidle a todos cuánto les amo…
Mis niños: ¡No seáis como peñascos duros!… Dejad que el Espíritu Santo doblegue vuestros corazones… Enamoraos de Cristo que espera por vosotros en la mesa para cenar con vosotros…
Adiós mis hijos… Bendiciones… Bendiciones… ¡Reconciliaos!… Id al Sacramento… Bendiciones…”
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