“Mis hijos, pueblo mío: Yo os bendigo a vosotros en el nombre del Padre, en el nombre de mi Hijo y en el nombre del Espíritu Santo…
Yo soy la Inmaculada Concepción y siempre Virgen María, la Madre de Jesús y vuestra Madre, la Madre de la Divina Gracia… En este día 13, mi corazón os saluda y os exhorta… ¡Orad!… ¡Orad!… ¡Orad, mis hijos!… ¡Sed oración!…
En medio de la tempestad habita la calma también, pues Cristo vive, Cristo está entre vosotros… Adorad a Jesús Sacramentado; recibid su cuerpo y su sangre, buscad las piscinas de la gracia y estaréis a salvo aún en medio de la confusión…
Mis corazones: Yo, como Madre, solo deseo vuestra salvación… ¿Queréis vosotros ir al cielo?… ¡Rezad!… ¡Rezad!… ¡Rezad muchos rosarios!… Llevad una vida de la mano de vuestros pastores… Dejaos guiar, hijitos, hacia el redil de las ovejas del Buen Pastor…
El mundo está al borde de sufrir muchos dolores… Tantos de mis hijos han sido infieles al llamado, más, la Misericordia de Dios es infinita… Buscad la gracia hijos… Rezad y veréis cómo podéis cambiar el rumbo de tantos acontecimientos… Yo, como Madre, corro presurosa porque os quiero aquí, en mi Inmaculado Corazón, para llevaros al Sacratísimo Corazón de mi Hijo…
Sed buenos niños, sin perder la esperanza… Atended a este llamado…. Os amo mis hijos… Os bendigo a todos mis hijos de América y del mundo, desde estas tierras guaraníes donde habito… Os amo mis hijos y os bendigo…
Mis hijos, mis almas consagradas: ¡Fieles y valientes, a defender el báculo de Cristo!… ¡Id con Él por las almas!… Adiós, mis hijos… Bendiciones… Bendiciones… Bendiciones… “